lunes, 25 de octubre de 2010

Información y publicidad



Este es, sin duda alguna, el curso que más me ha abierto los ojos hasta ahora. No es por sobona, profesor, es la verdad. La mayor parte de las veces que prendo el televisor me tengo que quedar viendo algo, y si pasan a comerciales, como casi todos los televidentes, me pongo a hacer “zapping” para ver qué está dando en otro canal. Cero importancia a los comerciales. ¡Qué horrible! Pero esta semana todo cambio. Hemos estado viendo en la clase el tema de la publicidad y en la clase de hoy vimos cuarenta y dos comerciales. Quizás todos estos comerciales fueron la penitencia que tuve que pagar por ser una futura comunicadora que obvia los reclames. De todos ellos cuatro llamaron mi atención. Entre ellos están uno de Sublime, otro de los Agentes del BCP, uno de los varios de Promperú y uno muy pegajoso de Páginas Amarillas. Para comenzar, el de Sublime -que trata de vender un concurso entre los consumidores de la marca en el cual el ganador será acreedor a viajes de aventura- me gustó porque era bastante dinámico y justo este adjetivo calza perfecto con el sustantivo “aventura”: estaba acompañado de música, tenía colores vivos, salían jóvenes y no era estático. Por otro lado, los comerciales de BCP llamaron me gustaron ya que son muy graciosos y creo que eso es lo que están buscando los publicistas hoy: quedarse en la mente del televidente sea como sea, y en este caso el “sea como sea” viene a ser buscando la burla, el chiste. De repente eso no suena del todo bien, pero debo decir que funciona. Otro que me encantó fue el de Promperú. El comercial es corto, como los anteriores –dura unos 30 segundos aproximadamente- pero se diferencia de los anteriores puesto que te llega al corazón. Uno se siente orgulloso de ser peruano cuando lo ve, y le dan ganas de hacer que todo el mundo venga a su tierra. Finalmente el de páginas amarillas se me quedó pegado porque lleva con él una canción creativa que te divierte al mismo tiempo que te informa acerca del producto. Esto es clave para que una publicidad sea buena: informar. Detesto los comerciales que parecen haber sido hechos solo para ser vistos y no para comunicar algo. Lo peor de todo es que son miles de dólares botados a la basura, pues la gente ni siquiera recuerda el producto al que hacían hincapié. Ahora paro de escribir porque estoy a punto de “volar” el límite de caracteres de esta entrada y creo que podría seguir hablando mal de varios comerciales que también vi. Además, espero que si en el futuro me dedico a esta rama de la comunicación,  ninguna universitaria hable mal de mis trabajos en su blog, y más bien haga todo lo contrario.

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