domingo, 31 de octubre de 2010

Poema de octubre

Mundo de los muertos



Llorando en el bosque
Ella se encontraba,
Pidiendo ayuda a gritos,
En un mar de lágrimas.

Maldita la serpiente que me la quitó
Sin siquiera poder decirle adiós.
Tanto fue el daño que nos hizo a los dos
Que a Estigia fui a robar a mi amor.

Al llegar, a un vigía encontré
‘Por favor déjame pasar el lago,
Recuperar a mi amada
Que Hades se ha llevado’

Insistí, quería volver a tenerla
Volver a verla, tenerla en mis brazos
Una vez más y decirle
Cuanto le amo.

‘Tocaré mi lira para tí
Si me dejas pasar
Y a mi amada
Recuperar’

Crucé Estigia y a Hades encontré
‘Devuélveme la vida,
Devuélveme el amor’
Toca para mi tres días y noches
Y haré lo que me pidas’

Chorros de sangre
Salían por mis manos
Noches enteras sin descansar
Todo para verla una vez más.

‘Puedes irte ya,
Ella te seguirá
Pero no voltees,
Sino ella se irá’

Salí de ese lugar
Y una voz tras de mí
No paraba de decir
‘Por favor no me dejes’

Era ella,
Pero bien sabía yo
No debía voltear
Si la quería recuperar…

‘No me dejes…’

La tentación es fuerte.
A la mitad del río volteé.
Sé que no debí
Pues la perdí otra vez…

Tanto sacrificio,
Tanto amor,
Tanta sangre derramada…
Para perderla.

Hoy moriré
En ese mismo bosque
Donde alguna vez
Nadie escuchó sus llantos…

Espero verla otra vez
Tenerla en mis brazos
Y decirle al oído
Cuanto le amo.

Algún día estaremos juntos,
En aquel lugar al que tantos llaman,
Mundo de los muertos.

lunes, 25 de octubre de 2010

Limeña y contenta




Varias veces lo he dicho, odio Lima, pero no me imagino la vida fuera de ella. Es algo parecido a la popular frase “Hoy me gusta la vida mucho menos, pero siempre me gusta vivir” del poema de César Vallejo que lleva como nombre la primera parte de ella. Siempre lo he visto así. Lima es una ciudad gris, de repente un poco sucia, deprimente, monótona. No obstante, no estar en ella me pone melancólica, quizás esto se deba a que he encontrado cierta clase de felicidad dentro de ella, o simplemente estoy acostumbrada a estar en ese ambiente sombrío. Prefiero pensar que no es así y que en verdad Lima tiene cosas buenas que me enamoran y no me dejan despegarme de ella, como lo amable y lo abierta que es su gente. Por más de que lo ansíe y quiera con todas mis ganas, no puedo cambiar aquellas cosas que me disgustan de mi ciudad. Igual, si es que tuviese el poder de hacerlo, no lo haría. A veces solo cuando todo parece estar mal, uno se da cuenta de las cosas buenas. Entre algo feo, lo bonito resalta, si todo fuera bonito, nada sería visto como lo mejor. Esto es un pensamiento, solo eso. Creo que muchos estarán en mi contra cuando lean esto, pero eso está bien, son solo puntos de vista. Yo acepto todos los puntos de vista  y me gusta que cada uno tenga el suyo. Por ejemplo, siguiendo con el tema de la “ciudad de los reyes”, en las elecciones, voté por Lourdes Flores. Al igual que la mayoría de aquellos que votaron con la cabeza el pasado 3 de octubre, tenía varias razones para marcar el símbolo de mi candidata. Pero, pese a que soy fiel a ella, respeto las opiniones de los demás. De eso se trata. ¿Por qué voté por ella? ¿Me informé? Pues sí. ¿Me dejé influenciar por las palabras de mis papás? Sí, también. Recién he cumplido 18, tenía que hacerlo. Pero el voto era mío y solo mío y detrás de él no solo estaban las propuestas, y la simpatía hacia Lourdes Flores, sino también unas ganas terribles de demostrar que yo no me dejo llevar por las sonrisas y gestos amables de una “tía chévere que ha “lanzado” una que otra vez y escucha reggae”. Está bien si votaste por ella. De eso se trata nuevamente. De votar por el que quieras, siempre y cuando lo hagas queriendo que tu ciudad mejore. Igual ten presente, como yo lo tengo, que no la podrás cambiar, no. No la podrás limpiar de todo mal, para nada.

Información y publicidad



Este es, sin duda alguna, el curso que más me ha abierto los ojos hasta ahora. No es por sobona, profesor, es la verdad. La mayor parte de las veces que prendo el televisor me tengo que quedar viendo algo, y si pasan a comerciales, como casi todos los televidentes, me pongo a hacer “zapping” para ver qué está dando en otro canal. Cero importancia a los comerciales. ¡Qué horrible! Pero esta semana todo cambio. Hemos estado viendo en la clase el tema de la publicidad y en la clase de hoy vimos cuarenta y dos comerciales. Quizás todos estos comerciales fueron la penitencia que tuve que pagar por ser una futura comunicadora que obvia los reclames. De todos ellos cuatro llamaron mi atención. Entre ellos están uno de Sublime, otro de los Agentes del BCP, uno de los varios de Promperú y uno muy pegajoso de Páginas Amarillas. Para comenzar, el de Sublime -que trata de vender un concurso entre los consumidores de la marca en el cual el ganador será acreedor a viajes de aventura- me gustó porque era bastante dinámico y justo este adjetivo calza perfecto con el sustantivo “aventura”: estaba acompañado de música, tenía colores vivos, salían jóvenes y no era estático. Por otro lado, los comerciales de BCP llamaron me gustaron ya que son muy graciosos y creo que eso es lo que están buscando los publicistas hoy: quedarse en la mente del televidente sea como sea, y en este caso el “sea como sea” viene a ser buscando la burla, el chiste. De repente eso no suena del todo bien, pero debo decir que funciona. Otro que me encantó fue el de Promperú. El comercial es corto, como los anteriores –dura unos 30 segundos aproximadamente- pero se diferencia de los anteriores puesto que te llega al corazón. Uno se siente orgulloso de ser peruano cuando lo ve, y le dan ganas de hacer que todo el mundo venga a su tierra. Finalmente el de páginas amarillas se me quedó pegado porque lleva con él una canción creativa que te divierte al mismo tiempo que te informa acerca del producto. Esto es clave para que una publicidad sea buena: informar. Detesto los comerciales que parecen haber sido hechos solo para ser vistos y no para comunicar algo. Lo peor de todo es que son miles de dólares botados a la basura, pues la gente ni siquiera recuerda el producto al que hacían hincapié. Ahora paro de escribir porque estoy a punto de “volar” el límite de caracteres de esta entrada y creo que podría seguir hablando mal de varios comerciales que también vi. Además, espero que si en el futuro me dedico a esta rama de la comunicación,  ninguna universitaria hable mal de mis trabajos en su blog, y más bien haga todo lo contrario.

Marca y Slogan